Decidir ser mecánico automotriz en una familia consagrada a la docencia y a la contabilidad no fue cosa sencilla para Mario Humberto Madrid. Sin embargo, esa determinación le permitió lograr su sueño de graduarse de su amada carrera, sin imaginar que hoy en día sería una persona más en las estadísticas de desempleados en el país. Se graduó en el 2012, pero a la fecha no ha conseguido un trabajo estable.
¿Porqué decidiste ser Mecánico?
Desde pequeño me gustaron mucho las motos y los carros y principalmente el funcionamiento de las máquinas de estos, por eso siempre anhelé aprender o estudiar algo que tuviera alguna relación con el tema.
¿Y entonces, encontraste la carrera que se acomodara a tus intereses?
Sí, el problema fue en mi casa porque todos son peritos contadores y mi mamá también quería que estudiara esa carrera o en todo caso, magisterio. Pero yo estaba decidido, le dije que si no estudiaba mecánica, preferiría volverme agricultor. Por eso digo que yo soy mecánico por pasión y también por necio.
¿Cómo fue tu preparación académica?
Muy buena. Fue cansada en parte porque fue una carrera de tiempo completo. Es decir, que durante tres años practicamente llevé dos carreras: Bachillerato Industrial y Perito en mecánica automotriz. Durante la mañana veíamos la parte técnica o práctica y durante la tarde recibíamos la teoría. Lo único que lamento es que nunca nos educaron para ser empresarios sino que siempre hacían alusión a nuestra doble carrera, con lo cual, decían, podríamos trabajar en un banco o en una oficina.
¿Y cómo fue la situación al graduarte?
Esa es la parte no muy agradable del cuento. Lógicamente lo que uno quiere es conseguir un empleo de manera inmediata y tener un ingreso, pero está muy difícil la situación. La primera oportunidad que tuve de trabajo fue en una empresa cartonera donde tenía que amarrar y entarimar cartón, pero al haber sido contratado de forma temporal, solo duré dos meses en ese lugar. También trabajé en ventas, donde tenía que ir de tienda en tienda en los barrios ofreciendo leche y jabones.
¿Pero has trabajado reparando vehículos o algo por el estilo?
Gracias a Dios logré trabajar siete meses en el último taller donde hice prácticas, digo el último porque cada año de estudios hice prácticas en un lugar diferente. Lo malo fue que habían pocos ingresos y esa situación no le convenía ni al dueño ni a mí, porque las pocas ganancias teníamos que compartirlas mitad y mitad, por esa razón decidí renunciar.
¿Desde cuándo no tienes trabajo?
Desde hace casi un año. A partir de esa fecha me he mantenido solo haciendo «chapuces», pero nada formal.
¿Para concluir, cuéntanos que propósitos o planes tienes a futuro?
Mi ilusión es seguir haciendo lo que me gusta, esto por lo que yo aposté todo. Quiero seguir sintiendo esa satisfacción que me da ver los rostros alegres de los clientes cuando vuelven a ver funcionando correctamente su carros que antes tenían desperfectos. Por eso, seguiré yendo a las entrevistas que sean necesarias hasta conseguir un buen empleo y después poner todo mi empeño y trabajar con toda honestidad y disciplina para así ahorrar y algún día tener mi propio taller.